miércoles, 21 de agosto de 2013

1967. La despedida de Jesús García Álvarez

El año 1967 fue un tiempo de encrucijada para el Gulmont. La primera etapa se había cerrado en 1963, con la despedida de muchos de los miembros que habían vivido la fundación en las actividades de Excursionismo iniciales y las de consolidación que afirmaron las nuevas dedicaciones a la Alta Montaña y a la Espeleología.

1967 fue un año de cambios. Otra promoción terminaba sus estudios y las paredes del Gulmont quedaron desguarnecidas de la presencia de veteranos.

A Jesús García, impulsor y mantenedor del grupo, también le tocó pasar el testigo a otra generación. El Gulmont prosiguió su andadura hasta quince años más tarde, pero su espíritu había quedado bastante maltrecho en el final de esta segunda fase. Gulmont fue ya, otra cosa.

Esta página, extraída del Boletín número 8 del Gulmont, deja constancia de unas inquietudes cortadas y de un porvenir incierto para el grupo.



GULMONT SI, GULMONT NO.

Más que nunca, el hombre necesita el campo y la montaña como evasión de la vida artificial y masiva de nuestras ciudades. 

Particularmente, sienten esta necesidad los jóvenes. Por ello, no es extraño que surjan movimientos, clubs, agrupaciones, que encaucen esas aficiones: scoultismo, Montañeros de Sta. María, Sol y Mar, OJE, etc.

Gulmont nace bajo una necesidad más concreta por la estructura anómala de un centro formativo. La excesiva masificación, que dificulta la formación personal y responsable; el régimen de internado, de por si agobiante y sin incentivos; el alejamiento de la familia, centro natural de formación; el aislamiento del mundo, sobre todo en edades en que la interacción social amplia es más necesaria, etc. Todos estos defectos, en la medida que tienen su influencia sobre la formación, deben contrarrestarse por medios que creamos oportunos.

Gúlmont no pretendió ser más que uno de estos medios, que proponíamos a los jóvenes para encauzar sus aficiones en un plano formativo. Por eso su estructura en grupos reducidos, en que cada miembro era responsable de una misión; sus salidas libres, bajo la dirección del propio jefe; su vida al aire libre y las exigencias del esfuerzo, compañerismo, lealtad a sus programas, etc. apuntaban a otros tantos fines fornativos que es preciso no olvidar.

Gúlmont, sí, siempre que sea fiel a estos principios que fueron su razón de ser.

Jesús García. Madrid, 1967.



Epílogo:

  •  "El montañismo tiene una gran misión que realizar en la creación de este sentido de esfuerzo, de energía, de voluntad, de espíritu de lucha, de sacrificio y austeridad, aparte del valor formativo que tiene el simple contacto con la naturaleza."
  • (Publicado en el Diario CÓRDOBA por Jesús García).

Boletín informativo de las actividades del Grupo Universitario Laboral de Montaña y Espeleología.
Portada: Cerro del Castillo (Espiel), escuela del Gúlmont.
Dibujos: por Fr. Ezequiel Rayo, O.P.

Universidad Laboral de Córdoba, junio, 1967.




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